Proceso malvibroso

Carlos Reygadas y Elisa Miller.

Tengo el hábito de visitar casi diariamente la página de la Academia Mexicana de Cine. Es un excelente portal de noticias y columnas referentes al cine nacional. Hace un par de semanas encontré el link a un artículo amarillista desde su título: El cine mexicano brilla por su ausencia, de la columna Permanencia Voluntaria de la revista Proceso. El artículo electrónico no señala el autor, pero la columna es habitualmente redactada por Fausto Ponce. Me topé con un artículo malintencionado y malfundamentado. Malvibroso, pues. Léanlo primero.

Inicio aclarando que no soy un súper chauvinista que cree que el cine mexicano es perfecto. En lo absoluto. Falta producción, y para ello falta que sea redituable. Se necesita apoyo de las instituciones culturales pero sobre todo del público. Por lo demás no hay que preocuparse mucho, el talento existe.

Sin embargo, existen periodistas que se basan en información superflua (e incluso errónea) para afirmar que lo que pasó el 2006 con los mexicanos fue solamente un chispazo. Lo más triste del caso es que un periodista crea que los premios son la mejor forma de medir la calidad del cine. Está más que comprobado que la mejor obra del cine mundial suele ser ignorada por este tipo de círculos. Podría profundizar párrafos sobre este punto, pero es innecesario.

Es cierto, no será un gran año en términos de premios mainstream para el cine mexicano, de hecho, por cuestiones de tiempo, difícilmente se repetirá que en un año los tres directores mexicanos de mayor alcance hagan cintas del tipo de los Oscar o Globos de Oro. Sin embargo, 2007 fue quizá el mejor año de la cinematográfía nacional en el circuito de festivales, que suelen tener mejores decisiones que los circuitos convencionales. Por favor, el Oscar ha celebrado a cintas como Crash o Pequeña Miss Sunshine. No gracias, prefiero ser reconocido en un festival rodeado de von Triers, Wongs, Dardennes o van Sants.

Luz Silenciosa, La Zona, Cochochi, Ver Llover, Malos Hábitos, Cobrador, Párpados Azules, Partes Usadas, Ópera y Dos Abrazos cosecharon múltiples premios alrededor del mundo. Literalmente. Cannes, Venecia, Toronto, San Sebastián, Chicago, La Habana, Huelva, Rio de Janeiro, Cairo, Estocolmo, Montréal, Lima, Los Angeles, Trieste, Bogotá, Gramado, Bergen, Cartagena y Las Vegas... ¿no bastan? Ni siquiera estoy contando el otro tanto de festivales que proyectaron cine nacional en todo el mundo. Ni a Rodrigo Prieto y su trabajo en Se Jie de Ang Lee, con el que ganó el Premio Técnico en Venecia (por segundo año consecutivo para un cinematógrafo mexicano) ni su nominación al Indie Spirit y ahora hasta la Academia Taiwanesa lo nominó. Ni los logros de los méxico-americanos, que también son mexicanos. Y aún después de este párrafo, estoy seguro que se ma van algunos logros.

Varios de argumentos equívocos y ridículos ensucian la redacción. Japón no compitió por la Palma de Oro en Cannes, y menospreciar el Premio del Jurado para Luz Silenciosa es lamentable. El autor cree que a excepción de Luz Silenciosa y Cobrador, el resto de las cintas elegibles para enviar al Oscar no merecen el calificativo de candidatas. Toda obra merece respeto. Y no puedo creer que no esté consciente de que cintas como La Misma Luna o Párpados Azules van mucho más de acuerdo al gusto de la Academia gringa. Y por último, ¿qué no leyó que La Zona fue nominada al Goya a guión adaptado?

En pocas palabras, al cine mexicano le falta mucho, pero de ninguna manera 2007 fue un año perdedor, todo lo contrario. Y duele saber que críticos especializados crean que el cine se acaba más allá de los Oscar y los Globos de Oro.

El pseudoperiodismo me encabrona.

Ah, y feliz 2008 a mis (escasos) lectores.