martes, 13 de octubre de 2009
clásicos que no son clásicos: nubes pasajeras.
El cine no tardó cruzar fronteras. Surgieron conceptos como cinematografías nacionales y directores emblema. Se hablaba del cine francés o italiano, o se ubicaban a Bergman y Kurosawa como referentes inmediatos del cine sueco o japonés. Hoy, en plena globalización, seguimos clasificando obras y cineastas por su lugar de origen sin importar la frecuencia con que las películas son resultado de tendencias mundiales y no realmente de una corriente nacional. Se hace cine hollywoodense en todo el planeta, mientras determinados creadores estadounidenses parecen más cercanos al estilo europeo o asiático que a los cánones comerciales dictados por su cinematografía.
Aki Kaurismäki es uno los ejemplos más particulares del cine actual. Su obra es eminentemente finlandesa pero a la vez mantiene un carácter global que le da validez a su obra en cualquier lugar del planeta. El aislamiento cultural y la neutralidad finlandesa funcionan como marco perfecto para explorar la condición humana. La forma en que el ácido e impecable lente de Kaurismäki lo captura le han otorgado un merecido renombre mundial.
Nubes Pasajeras (1996) sigue a Ilona y Lauri, una pareja adulta de la clase obrera finlandesa. Viven en un apartamento sencillo, apenas amueblado. Lauri (Kari Väänänen) es chofer de transporte público. Ilona (Kati Outinen) es jefa de meseros en el Dubrovnik, un pequeño restaurante que, como el centro de veraneo croata del que recibe su nombre, vive una plena debacle. Su único hijo murió, y ahora solo los acompaña un perro. Deben un sofá, un librero y una recientemente adquirida televisión. Después de pagarlos en cuatro años, esperan comprar libros para su estante vacío. En un corto lapso de tiempo, ambos pierden sus empleos por razones ajenas a su desempeño laboral. Los transportistas sufren un recorte laboral cuyos afectados se deciden al azar; mientras la dueña del Dubrovnik se ve obligada a cerrar su establecimiento. En cuestión de días, la de por sí frágil estabilidad financiera de la pareja se derrumba. Ilona y Lauri comienzan una serie de intentos por encontrar una fuente de ingresos, enfrentándose a sus deudas, la escasa oferta de empleos y la mala situación económica.
Inexplicablemente, después de varios fracasos sufridos por la pareja, Ilona mantiene un tímido optimismo y una confianza ciega por su esposo. Lauri es la antítesis de Ilona, tanto en sus expectativas como en su disposición al trabajo. Esa volubilidad de Lauri hace de Ilona la verdadera líder familiar, y sobre quien recae no tan indirectamente la presión.
Los visuales de la cinta nos transportan a la cursilería pop de mediados de siglo XX, con una recurrente paleta de colores pastel y utilería kitsch. Lejos de perder fuerza, esa desigualdad con el criterio visual de la cinta acentúa la irritante situación de la pareja protagonista. Y es que pocos cineastas contemporáneos logran la contundencia tan sutil como la del lenguaje de Kaurismäki.
Nubes Pasajeras corre al ritmo depresivo de la vida de los personajes. Pausado, pero melódico. Nostálgicos intérpretes en sus mejores vestuarios cantando tangos en finlandés. Estrofas como sólo la memoria no muere o nuestros sueños nunca se cumplieron enmarcan la tristeza generalizada del país escandinavo. Ilona y Lauri se vuelven entonces la imagen aterrizada de un fenómeno colectivo.
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5 comentarios:
Donde la viste o conseguiste?
2046
me la mandaron del ficco 2008 para que hiciera una crítica para el boletín oficial...
desafortunadamente no la he visto afuera... si la encuentras vela!
Ay sangrón pues ta la hubieras fusilado!
Ah no verdad?
2046
no hubiera estado taaaan mal! ¿o sí?
por ahí vi en gandhi una colección de kaurismäki, pero sin ésta...
Uuhhhhhh!! Kaurismaki es la onda!!!!!!, la que más me gusta de el es Vida Bohemia y La muchacha de la fabrica de Cerillos.
Un gran director con una gran estetica, lo malo es que ya no filma y ya no vive en Finlandia, ahora vive en Portugal
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